Galería, Poesías y Cuentos

Ediciones AqL invita a integrar la séptima edición de Galería Poesías y Cuentos. Al igual que las anteriores la edición será por el sistema de cooperativa. El equipo editorial de ALGOqueLEER seleccionará el material recibido.

...............Si piensa en editar, consúltenos: Ediciones AqL / Director: Luis Alberto García / Uruguay 39 – Vicente López...............
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jueves, 19 de marzo de 2009

1900 - Detrás de las rejas // Marta Besednjak

Efigie del Dr. Durand en una medalla conmemorativa...
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Fuentes: Diferentes pág. consultadas en Internet, entre ellas: Historia de las Mujeres en la Argentina. Inferioridad jurídica y encierro doméstico - Tomo I - Dora Barrancos

El doctor Carlos Durand fue un médico partero que obtuvo reconocimiento en la sociedad porteña a mediados del siglo XIX y si su nombre ha trascendido hasta nuestros días es porque uno de los hospitales de la ciudad de Buenos Aires lleva su nombre.
Hablemos un poco de el. Nació en Salta de padre francés de profesión médico y su madre era de una familia patricia argentina de raíces norteñas. Tenía dos hermanos: Eduardo y Carolina. Desde joven se destacó por su mente brillante y su seductora presencia, siendo uno de los jóvenes más arrogantes de aquel entonces y siguió la carrera de su padre recibiéndose de médico en 1.846. Se dedicó a la obstetricia y al poco tiempo ganó fama y tuvo un enorme éxito como facultativo convirtiéndose en el médico partero de lo mas granado de la sociedad de Buenos Aires.
Aparte de esto hizo incursión en la política siendo elegido diputado en 1.859 por la Campaña de Buenos Aires. En ese momento la Cámara contaba con notables legisladores como Carlos Tejedor, Marcelino Ugarte y Luis María Drago entre otros. Su paso por la misma no fue brillante pues los diarios de la época no registran importantes discursos suyos.
Era un partido especial, el candidato favorito entre las madres con niñas casaderas, médico, famoso y con una considerable fortuna pero aparentemente decidido a permanecer soltero hasta que sorprendió a todos cuando ya habiendo cumplidos los cuarenta y cuatro años y considerado un hombre mayor, se casó con Amalia Pelliza Pueyrredón en el año 1.869.
Amalia tenía solamente catorce años y pertenecía a una familia patricia –era nieta del General Pueyrredón- que ya casi no tenía bienes. Los Pelliza Pueyrredón estaban en bancarrota. En esa familia se destacaba Josefina, poeta y novelista, famosa por su belleza. Amalia no era tan linda como su hermana pero encantos no le faltaban.
¿Fue por amor que Amalia se casó con Carlos? Difícil contestarlo. Quizá lo haya hecho por la angustiante situación familiar. En Carlos vio atributos que indicaban protección: médico, rico y con la edad de un padre.
Los recién casados fueron a vivir a la lujosa mansión del novio en la calle Parque (hoy Lavalle) casi esquina Suipacha. La casa tenía detalles exquisitos, muebles, cuadros, espejos y adornos finísimos. En el primer patio se destacaba un precioso aljibe de mármol y al final de la misma había un gran huerto con jazmines y diamelas, limoneros, grandes higueras y varios otros árboles frutales. Todo parecía augurar dicha y felicidad a la pareja.
A poco tiempo de casados la joven enfermó gravemente con fiebre altísima y gran decaimiento hasta que hicieron el diagnóstico: viruela confluente.
Viruela dijeron las colchas de brocado y las cortinas de encaje, viruela murmuraron los ángeles del techo, viruela musitó el aljibe de mármol y la palabra rodó por la casa yendo hasta el huerto donde el viento entre las ramas no se cansaba de repetir viruela, viruela...
Aunque salvó su vida, la terrible enfermedad hizo estragos en la belleza de la joven y no puede sorprender que esto, unido a la falta de hijos haya hecho transformaciones en el carácter de Durand que hasta entonces había demostrado ser afectuoso pasando a ser tacaño y celoso actuando con Amalia como un carcelero.
Decidió establecer severa vigilancia sobre ella, en ese tiempo el hombre era considerado el dueño de su mujer y también dispuso que se evitara toda prodigalidad en los gastos. Tomó a su cargo las compras para las necesidades de la casa comprando al por mayor o en algún remate. También cuentan que iba a comprar a lugares alejados regateando como un turco en los precios. Esto no contaba con las finas y costosas telas que adquiría para su vestuario pero eso si, las hacía durar largo tiempo para que después sirvieran a Amalia y a Carolina gracias a la habilidad de las muchachas de servicio.
Había rescatado tres niñas de la Casa de Niños Expósitos, les dio su apellido y las confinó al servicio doméstico. A estas niñas se las llamaba chilindrinas.
Era el único hombre en ese caserón y dominaba con sólo su mirada a esas pobres mujeres. Había dado la orden de que en la mesa se podía servir únicamente lo que se iba a comer y no más. Se servía el primero y bajo el imperio de su mirada las pobres habían aprendido a servirse las porciones exactas.
Prohibió a los integrantes de la servidumbre tener contactos con el exterior pero un día vio a una de ellas hablando con el criado de una casa vecina y furioso la mandó rapar. Desesperada la infeliz muchacha se suicidó arrojándose al aljibe.
También ordenó no prender las luces en la casa hasta que las sombras estuvieran avanzadas, si alguien hubiera ido a la casa al anochecer hubiera visto a Amalia y a Carolina (esta mucho mayor) mirando hacia la calle por la ventana de la sala en penumbras.
Desde esa ventana que las comunicaba con el mundo exterior, con la vida, oyeron hablar del teatro y de las diversas obras que se presentaban en ellos e iniciaron una serie de ruegos y peticiones que finalmente fueron oídas y el doctor Durand acabó complaciéndolas volviendo un día con UNA ENTRADA para el espectáculo. Y allá fueron las dos viendo la obra por turnos.
Luego de esto prohibió las salidas a Amalia salvo alguna rarísima excepción y luego lo hizo extensivo a todo el conjunto femenino de la casa, hasta la mas antigua servidora llamada Raimunda y según cuenta Gastón Tobal que de niño visitó varias veces ese caserón “el encierro en que vivía esta y la impuesta mudez, ocupada solo en sus menesteres, la había hecho perder el uso de la palabra”.
Amalia al verse privada de contactos con el exterior comenzó a albergar la secreta esperanza de algún día poder liberarse. Según Tobal conservaba aún algo de su belleza. De rasgos finos, su cutis era blanco y rosado y lucía unos magníficos ojos negros.
El encierro en que ésta vivía estimulaba el espionaje por la ventana y al frente de su casa se instaló un joven matrimonio: Mercedes Zapiola y Daniel Ortiz Basualdo en varios sentidos afortunados pues se disponían a vivir tan bien como lo autorizaba su riqueza y esto se reveló con la generosidad de los gastos en atuendos, objetos y en especial con la manía de cambiar carruajes.
Estimulada por esto Amalia comenzó con pedidos, comentarios y hasta súplicas para que Carlos suavizara el encierro. Tal vez motivado por una idea de competencia con Ortiz Basualdo o pensándolo mejor por ideas aún mas tenebrosos imaginando hacerla escarmentar por cansancio, Durand autorizó las salidas diarias de catorce a veinte horas con la infaltable compañía de Carolina. Amalia no podía creer en este milagro.
Cuando comenzaron las salidas con el entusiasmo no se dieron cuentan de que el carro no era elegante como el de los vecinos y los caballos menos ya que uno de ellos era tuerto y el otro rengueaba un poco. Cuando pasaron los días y la alegría de recorrer Palermo, la obligada vuelta por la calle Florida y el Parque Lezama fue decayendo, empezaron a salir más tarde y a volver más temprano.
El cicatero cálculo del doctor Durand consideró absurdo tener un cochero a quien se le pagaba por un tiempo determinado y no aprovecharlo y dio la orden a las dos mujeres que cumplieran con el horario convenido y que nada fuera un obstáculo para las salidas. Debían salir “así lloviera o tronara”. Estas salidas al principio tan agradables se tornaron en forzadas a causa de la odiosa orden tanto que cuando llegó fin de mes suplicaron a Carlos que las suspendiera por un tiempo y volvieron a sentarse detrás de las rejas de la ventana.
Un gran rencor debió haberse apoderado de Amalia y la hizo pensar aún más en la fuga. Carlos terminó de quitarle las mínimas libertades que tenía y la casa fue para ella una verdadera prisión. Hasta entró en estado de pánico temiendo que Durand atentase contra su vida.
Cuando terminaba el primer año del nuevo siglo Amalia tomó la decisión de fugarse sin llevar consigo más que algunas pertenencias. Una sola idea la guiaba: huir para siempre de su marido. Se presentó para pedir el divorcio pero la causa cayó en manos de un juez imbuido por las misóginas ideas judiciales de esa época y tantas fueron las idas y venidas, los dimes y diretes que la causa perdió efecto y el juez denegó la separación.
Al año muere Carolina.
Poco tiempo después acaece la muerte del doctor Durand, ya enfermo y decrépito. En su habitación se encontró un armario repleto de dinero, títulos de propiedad de residencias, casas y terrenos. La cantidad de sus bienes era impactante. Se encontraron cédulas del Banco Hipotecario, del Español y del de Londres por varios cientos de miles de pesos cada una.
Se halló un testamento que decía que esa herencia serviría para la creación de un hospital que debería llevar su nombre. Así decía: “Instituyo como heredero a la Institución Carlos Durand a la que precisamente lego mi herencia para su fundación declarando que es mi voluntad que de todos los bienes no se de la más mínima participación a mi esposa Amalia Pelliza a la que ya desheredo”. Y en otra parte decía que en ese hospital no se debería dar prestación ni auxilio de ninguna clase a su cónyuge aunque lo requiriese en calidad de menesterosa.

Pasaron algunas primaveras entre los jazmines y los limoneros del huerto y el aljibe de mármol escuchó varias veces soplar al viento del otoño.

Amalia Pelliza murió en la pobreza.
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1824/50 - ¿Por qué Francia? ¿Por qué Boulogne-Sur-Mer? // Nilda Bó

San Martín anciano, con sus nietas, escultura de Ángel E. Ibarra.
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En qué rincón de la memoria
guardabas el lugar de tu descanso
cuándo fue?

La patria tambaleaba
todavía
y la dejaste sola

yo no sé

que dolor infinito
te agotó las ansias
para partir tan lejos
sin pensar en volver

¿Qué había en ese cielo
no -tu-cielo
que nos hiciera huérfanos
de tu tesón, tu fe
la dignidad enorme
de tu vida y ejemplo.

¿Qué?

¿Por qué no contemplaste
aquí tu sueño realizado
con tu presencia guía
hasta ver a la patria
para siempre de pie?

Mi pregunta no es sombra
a tu memoria
sólo quiero llegar a comprender
por qué tu tierra no abrazó tu sueño.

¿Por qué Francia?
Por qué Boulogne-Sur Mer?
.

1824 - La partida. Adiós a Buenos Aires // Nilda Bó


San Martín, en esos momentos, según óleo de Norman A. Clarke.

Tarde triste esa tarde…
A través del velo tenue del tiempo yo te veo…

Cielo plomo y angustia
en la garganta
lluvia llanto que llora
desde el cielo.

Bajo el capote oscuro que te envuelve
tiembla el frío instalado
y gime el viento.

¿Cuál fue la mano amiga
que se apretó a tu mano en la partida?
¿Qué abrazo largo
calentó tu cuerpo?

Erguido en la cubierta
sientes el ronroneo del barco
que se aleja del puerto.
Grande hombre que llora
como un niño
lágrimas de duelo.

Y tus ojos, tus ojos empañados
tus ojos que admiraron
tanto cielo
sólo ven agitarse entre la bruma
los adioses pañuelos
y la visión enorme de la patria
que va quedando lejos…
lejos…

Ya es sólo un punto
cada vez más pequeño
al que tu mano atrapa lo aprisiona
lo sellas con un beso
y abriéndote el capote

para siempre

lo guardas en tu pecho.
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1942 - En medio de la nada // Mario Doral

Imaginémonos por un instante encontrarnos en este momento en medio del océano Atlántico, a mitad de camino entre Buenos Aires y Ciudad del Cabo (África). Solo; totalmente solo. Rodeado de agua salada por los cuatro costados. Arriba, el cielo azul y el abismo oceánico, abajo.
En un inestable velero, sin motor, sin radio, sin teléfonos sin televisión, sin ayuda satelital sin ningún tipo de asistencia de las que hoy afortunadamente disponemos y empujados hacia nuestra prefijada meta por un fuerte viento que maltrata a nuestras cuatro flameantes velas.
En tren de imaginar, hagámoslo pensando que estamos en plena Segunda Guerra Mundial, con mares infectados de tiburones de acero, dispuestos a hundir cualquier cosa flotante que se cruzara en su camino.
Encerrado en un cubículo de tan sólo tres metros cuadrados que nos sirviera de dormitorio, cocina, baño, depósito de agua y alimentos.
Todo eso montado en un navío de tan sólo nueve metros y medio de largo, por tres de ancho.
Sigamos imaginando; hace más o menos veintitrés días hemos partido del puerto de Montevideo con la (descabellada, para muchos) intención de dar la vuelta al mundo, proa siempre hacia donde amanece; rodeando el polo y manteniéndonos dentro del paralelo cuarenta y sin la posibilidad de encontrar tierra en nuestro camino, llamada por los entendidos; “La ruta imposible”.
Todo lo que el ser humano piense; se puede realizar siempre y cuando la voluntad sea férrea, la fe inquebrantable y el tesón retemplado.
Con esos componentes a los cincuenta y cinco días de partir del Uruguay echaremos ancla en “Ciudad del Cabo”.

Después de un descanso muy merecido de alrededor de veinte días y reabastecernos convenientemente, levantar anclas nuevamente y enfilar hacia “Nueva Zelandia”; preparándonos a conciencia para lo más riesgoso de esta incomparable travesía.
Nuestra próxima meta debería ser “Wellington”, Nueva Zelandia, pero antes agazapado en algún lugar del inmenso Océano Índico nos estarán esperando los aterradores “Cuarenta Bramadores” al acecho en cualquier lugar y en cualquier momento. Vientos huracanados de alrededor de 150 Km. por hora, y enormes olas de más de 15 metros de altura hambrientas de audaces navegantes, en la inmensidad del océano…
Sin descartar infinidad de contingencias, nada gratas, como estar acosado por una inoportuna y elevada fiebre que minaría nuestras fuerzas, uno de nuestros brazos totalmente inutilizado por una horrenda infección y además la poca reserva de agua potable que nos quedaba.
Pese a todo eso y mucho más llegaríamos a destino después de tan penosa travesía y en absoluta soledad.

Otro ansiado descanso para reponer fuerzas, buen aprovisionamiento y allí vamos querida “Sud América”. Valparaíso nos espera, y el “Océano Pacifico” nos acunará dándonos un poco de sosiego a tantas vicisitudes. Llegamos al acogedor puerto chileno después de estar embarcados más de un año siendo nuestra inseparable compañía solamente el obediente y dócil timón.
Partimos nuevamente, y otro nuevo peligro nos acecha y nos espera con ansias de venganza por nuestra osadía; el “Cabo de Hornos”, terror de los marinos avezados.
Sus aguas nos zarandean a su antojo, pero nuestro valiente velero saca proa al peligro lo enfrenta sin temor y al final sale airoso.
“Mar del Plata” nos recibe apoteósicamente y al poco tiempo “Buenos Aires” y su gente que nos colman de elogios por nuestra inigualable hazaña…

Pero despertemos de una vez, no nos llevamos la gloria que no nos pertenece, esta inconmensurable hazaña solo le pertenece a uno de los argentinos injustamente olvidados que nos llenó de gloria en su momento, como lo fuera Fangio en otra época.
El, y sólo él con su fiel velero “Lehg II” que hoy descansa en el “Museo Naval de la Nación”.
Fue, es y será por siempre el indiscutido dueño de esta notable e irrepetible aventura.

VITO DUMAS… Este es un humilde homenaje de un simple ciudadano que valoriza tu valentía, tu entereza y que cree interpretar a muchísimos de los que valoramos tus hazañas.

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viernes, 13 de febrero de 2009

1809, viernes 12 de junio / Mirta Serrano

Mariquita Sánchez. Óleo del pintor alemán Rugendas

[Fragmentos del largo, e investigado, cuento, de Mirta]

Paisaje
De este lado de la barranca, se abría paso la entrada a la quintazas rejas cerradas.
El balcón abraza la estructurados pequeños ángeles protegen la escalera que espera y conduce, el laberinto hasta la sala principal. Cuyo vitreaux, lucen imágenes sacras.
La casa, mezcla de ladrillo y adobe entre corredores proyectan como bendición el pórtico.
Al costado el parque enclaustrado que asoma y desde donde se apresuran los cuartos de los criados, y su cocina. En el ala central, el solitario aljibe. Y desde el fondo, las cocheras impacientes dialogan a la distancia con la pulpería, y el corral. El jardín forma el sendero obligado hasta llegar al inmenso ombú. El lugar es profundamente bello. A su vera, una calle muy oscura que une caminos.
Los dueños de la quinta, se encuentran ausentes. Han partido ayer para Buenos Aires.
En aquel rincón, el silencio es presa de la oportunidad. Detrás el río.Sereno. Constante. Cercano. Volvamos a aquel callejón...aquel paraje extraño, rodeado de sombras y silencios
Eternos. Un tajo peligroso que se va abriendo bajo la noche y su compás lacónico.
El lugar mantiene sobre sus espaldas la mala huella de algunas leyendas y algunas verdades. Como si los susurros despiadados, escondieran en algún movimiento torpe las señales. Esa calle demarcada por pisadas, que huyen buscando su destino.
Allí, en ese recoveco los actos prohibidos, lo triste, el espanto. El paraje de almas en pena.
El callejón de Ibáñez abrazado por la quietud. Nadie molesta a nadie. Conviven los vagos, los mal entretenidos, mujeres de vida airosa. Son gente de la zona. Viven cerca, pero nadie sabe donde. Tampoco interesa. Es la noche, con sus sombras que empujan a la calle indefinida donde la tierra, esa tierra mal alineada se encuentra imperceptible. Total, el paredón de la quinta oculta con la perfección de su belleza, la línea efímera. De pertenecer a la sociedad, y el no ser nadie. Creyendo encontrar retazos de ilusiones.
A lo lejos el horizonte se ha poblado de esos ecos dormidos. Carentes de almas.
Gritos, suplicas y gemidos. Todo vale en ese rincón oscuro y olvidado. Donde los carruajes transitan ignorando los demonios. Se pueden dirigir hacia la gran ciudad, que se va adivinando entre Buenos Aires y los quintales de San Isidro.
Con los primeros soles que emergen, las figuras deformadas por enigmas, vuelven a desaparecer.

Ayer
Después de todas las penurias que había transitado María Sánchez Velazco, al no permitírsele casarse con su gran amor: Martín Thompson...sus padres, siendo ella hija única pretendían que uniera su vida a la del capitán Diego del Arco. Hombre mucho mayor que ella y a quién detestaba.
[…]
Allí enredaba su vida apacible y sus fantasmas a los que encontraba cada noche, cuando pensaba en su amor. Espejos que la miraban desolados en ese cuarto grande. Al recoger su vestido, para llegar bajando algunos escalones, a la barranca, ella era todo un misterio. El río manso le devolvía el recuerdo constante de su Martín. Sentada desde el estrado, su mirada volaba en las horas felices, cruzando atrevida la mirada de aquel rostro bello. A veces le parecía escuchar entre las hojas del gran árbol, ese, cerca del aljibe, un susurro persistente. Creía reconocer una voz que le indicaba, detrás del río, la presencia de alguien indefinido. Fantasmas solitarios en noches cubiertas de enigmas, abrazando su espalda mientras ella se balancea en sueños. Entre sudor y fuego. Noctámbula, espera. Que todos los de la casa duerman. Fingiendo que ella también duerme, apaga, sin despertar sospechas de sus pasos, siempre la última llama del candelabro Así, dolida, sentía que se iban apagando sus esperanzas...

Fantasmas – Enero 1809.

Fue en 1805.Martín Thompson había vuelto a Buenos Aires.
Alguna mano amiga y un juicio de disenso, otorgado por el mismísimo virrey Sobremonte, se pudieron casar. Vivieron en al calle del Empedrado.
Pero eso no le opacaba las visitas a la casa de San Isidro. Donde Doña Magdalena debió aceptar que su pequeña hija, ya era una señora y debía compartirla.
En esa casa que ella amaba tanto, pasaba Mariquita y Martín grandes temporadas.
Pero hace unas cuantas noches se despierta sudada. Sueña y sufre en un sueño sin sentido que le provoca algún que otro dolor de cabeza, por la mañana estando lúcida supone, un poco contrariada que es un mensaje. Y no se equivoca. La figura se incorporó como una esfinge. Posee rostro sereno, que invita a algún recuerdo. Debe descubrir a cual.
Mariquita se sobresaltó. Descubrió que era una jovencita bella y en su sueño, del cual no despertaba y deseaba hacerlo le mostraba un paraje. Oscuridad El río y nada.
Mariquina se despertó. Transpiraba. Su marido la abrazó, intentando volverla a hacer conciliar el sueño. Se recostó con los ojos abiertos. El cansancio la venció.
[…] El destino la puso a prueba una vez más.

Castigo – Enero 1801
El negro Bonifacio Calixto Silva tuvo un sueño horrible. La figura de una muchacha de piel muy blanca, fina. De ropa elegante y el cabello rizado terminando su peinado en un alto moño color rojo. Rojo, pensó en sangre y se despertó temblando. Saltó de su catre y enseguida pensó a quien contarle esto. ¿Lo debía guardar como secreto?
El no había matado a nadie todavía. Sí, robar robó. Para sobrevivir. Porque era una de las pocas cosas que sabía hacer bien. En este sitio extranjero y sin demasiadas oportunidades para él. Él no era esclavo. Podía vivir escondiéndose.
[…]
En cuanto a las cosas que había hurtado de la iglesia, se había deshecho de ellas en el Bajo del Socorro. Bonifacio fue a dar por un tiempo a la cárcel. Donde pasó una breve estadía.
Cuando salió, le consiguieron trabajo como “puestero de pregonero público y ejecutor de justicia.”Es decir, en sencillas palabras: verdugo.
Esta designación le dio a Calixto cierta libertad. De sus propinas, fue pagando parte de sus robos. En sus tiempos libres compraba y decidía los comestibles a los reclusos.
Se había transformado. Se fue ganando la confianza y se fue haciendo popular.
Aunque seguía viviendo en el rancho, un poco más acomodado, ya no delinquía.
Pero si ahora se portaba bien, ¿por qué volvía de modo recurrente ese sueño, el de la muchacha?

En el campo santo – Mayo 1809

El día 12 amaneció lluvioso. Un día afortunado o de tristeza. Depende de cómo se mire. El pueblo de San Isidro supo de la muerte de Don Francisco Antonio Velásquez Bermúdez. A causa de un ataque al corazón. Era un viejo comerciante, siempre donaba de su negocio a los necesitados. Era un personaje muy querido. Mariquita y su familia se dieron cita en el campo Santo cercano. Allí se encontraron las familias porteñas más encumbradas. El padre Márquez Y algún otro miembro del cabildo. Todos se dieron cita para despedir en este homenaje a un gran hombre, que había contribuido con la causa de las invasiones inglesas. En su chacra había protegido a las tropas de Liniers el 12 de agosto de 1806. Y había donado grandes partidas de cosechas para las milicias.
El negro Bonifacio también estaba allí presente como representante de justicia.
[…]
Martín Thompson volvía por ella. Intentando atravesar la reja de entrada con dificultad, por la que la gente ganaba el aire. Ella habló en voz alta, para ser oída:
—Lo espero esta tarde a las 5. Así vemos que hacer por sus ratos libres.
—Allí estaré –fue la breve frase que se vio pequeña en la boca de ese cuerpo gigante.

Encuentro
[…]

Viernes 12 de junio 1809
[…]
A las 12 de la noche, de manera puntual apareció una figura. Bien nítida.Bella.Perfecta. Era el sueño convertido en presencia. Emergió de la nada. Era la muchacha. Esta vez sonreía. Los caballos, se movieron nerviosos. La figura no era sólo imaginación de ellos.
Mariquita creyó reconocer en esa cercanía a la mujer. Era alguien que existía.
Pero su presencia había aparecido ante ellos por algo. Recordando supuso: La habría conocido, quizá en alguna fiesta. Sí, en alguna ofrecida en la calle Larga. Hace mucho tiempo atrás.
La muchacha se dirigió al río. ¿Sería una despedida? La pareja dentro del carro, miraba hacia fuera desolados. .Como si se hubieran conocido desde siempre.
[…]
¿Por qué en ese sitio? ¿Qué huellas habría en esa casona? Sólo el eco fue la respuesta en la misteriosa noche.

Almas amigas
Mariquita dormía. La noche anterior había sido larga. La campanada de la iglesia la sobresaltó. Se dio cuenta que no había soñado. Eso era una señal.
Recordó, recostada aun la figura. Se levantó y corrió a la alcoba de su madre. No la encontró. Estaba en la sala junto a los nietos. Inocentes criaturas que jugando pasaban las horas. Rato más tarde propuso, añorando algunas reuniones a las que había asistido con su padre en Buenos Aires. Y describió a la mujer de los sueños. Gestos, poses.
Hasta que la madre dijo lo que ella esperaba oír. La verdad en los labios con un nombre.
[…]

Después, en el mañana 18...
[…]
Mariquita, recién pudo ser poseedora de la quinta de San Isidro. Luego de la muerte de su madre. Y allí, en aquellos salones en famosas tertulias, albergaría lo mejor de la sociedad porteña. Martín, un poco con ella. Luego partió hacia la mar y hacia la locura.
Años después será por poco tiempo esposa de Mendeiville. Y luego será ella sola con ella. La gran Mariquita Sánchez de Thompson que transcenderá los tiempos.
Durante años se ha escrito con Felicia.
A Mariquita tampoco los sueños le han regresado. Ignoran que ha cambiado un destino trágico.
Pasarán...batallas, cambios importantes en este Buenos Aires. antiguo, misterioso y secreto.
Y los sueños...en su mensaje solemne nos indican, ah veces el destino de las almas.
Es el tiempo convertido en arena. Donde los fantasmas regresan para concluir su destino.

martes, 10 de febrero de 2009

¿Qué opina...?

La entrada que antecede a ésta, por equivocación fue acompañada con una imagen de un gaucho, y no de un indio –pampa, más exáctamente– como claramente dice el buen poema de Ana María. Ahora bien, por otro lado, la propia autora manifiesta sus dudas en cuanto a que el poema deba ir en la parte específica de Historia, considera que debería estar en la sección más general de la antología, en Vida. Ya que, bien dice, se remonta más atrás de la Historia Argentina... Respetando la válida opinión de Ana María, les preguntaría a ustedes, que están leyendo esto ¿es así? ¿este poema, por su tema, debemos dejarlo fuera de la Historia... del camino del Bicentenario, o debería estar dentro de Historia? ¿Por qué?

lunes, 9 de febrero de 2009

1800 - Con alma y vida // Ana María Díaz Velo

Él,
que sigue a su presa
días enteros
hasta rendirla de cansancio
no sintió miedo al verlo,
no fue suyo el espanto
al escuchar el golpe
sonoro de los cascos.
La visión del jinete
trastornó sus certezas,
el sudor de hombre bestia
le amotinó la sangre
y en la espiral del tiempo
creyó ver al Centauro.
Indio pampa
.....................habitante primero,
rebelde y hosco porque
no entró en el juego
por propia voluntad,
.....................lo doblegaron.
Y cedió a su mujer
se malogró en las minas
fue torpe encomendado
un desleal flechero,
perdedor en la mita.
Amo fiel de su instinto
convenció al animal
y los dos fueron uno,
hombre y corcel
sueltos en su albedrío,
.....................puros.
La madrugada fría
se destila en la tierra,
disparan fuego y muerte
los fusiles,
silba en el aire
el derrotero de las flechas,
gritos y acometidas
choque triste de razas,
ayes y sangre y polvo
amargamente danzan.
Montado en su inconsciente
desafía al invasor,
el cuerpo cobre oscila
por los flancos del potro,
horizontal abrazado a su cuello
mimetizado con su pelaje áspero.
Quirón americano
libre siempre ..........y después,
cuando el plomo certero
te muerda el corazón
y el otro corazón,
.....................el de la bestia
galope al horizonte
hasta perderse en la mirada;
desmantelada sombra
en la lisura agreste de la pampa
que amanece incendiando
por el río del agua.

jueves, 5 de febrero de 2009

1811, 25 de enero - Muerte demorada / Adriana Dellorefiche

Mariano Moreno Murió en altamar el 4 de Marzo de 1.811
He aquí otra historia…
AED


La cabalgata en el mar de su bravura
traición a fuego y dolor desde la orilla,
fue un simulacro de huida y reencuentro
entre la bruma del puerto y su destino.

Enemigos desvelados no pudieron
sembrar la muerte en su arrebato ilustre,
venció la pena del norte desahuciado
y el estupor en vértebras de duelo.

Amalgamada con bronce y esperanza
el agua mansa, escolta de milagros,
recuperó en remolinos la osadía
de su estirpe de rebelde enamorado.

Permaneció de pie su cuerpo urgente
y el alma inmensa de fiel sobreviviente
acompañó su ilusión hasta el espejo,
y en el recuerdo del mar se vio distinto.

Como los barcos de la melancolía
ancló en la dicha del ser recuperado,
envejeció despacio entre palabras
y celebró su muerte demorada.

1950 – Isla Huemul / Nina Pedrini

En la isla Huemul, ubicada en el lago Nahuel Huapi, frente a la ciudad de San Carlos de Bariloche, se desarrolló, en los años cincuenta, un proyecto sobre energía nuclear. El mismo fracasó y fue abandonado quedando como testimonio las construcciones inconclusas y en ruinas.

Entre la pinaza ha quedado escondida
o tal vez dormite
la ambición soberbia
de dominio total.
Como siguiendo en éxtasis
el sonido de un rabel,
enredados en sus cuerdas,
los hombres llegaron a esconder sus secretos
en la isla del huemul.
Abrieron senderos entre gárgolas
por donde los cristales de nieve
regaban desde el tiempo eterno
bosques arcaicos.
El arrayán custodia al hombre de tres siglos,
penciles en armonía de colores
se acercan y cubren paredes de concreto,
sueños de grandezas.
Ruinas imponentes, bajezas humanas
cual taracea en suelo insular,
silenciosas, nos cuentan
las mezquinas quimeras
que el estallido nuclear,
más allá del horror destructor
se apodera del hombre.
Ilusión, delirio, engaño
o ciencia asombrosa de los nuevos tiempos.

lunes, 19 de enero de 2009

1580-1880 – Historias de sábanas... // Ricardo F. Thomsen Hall

[Fragmentos]
A – Introducción
................A María de Ávila se le había asignado unas tareas sumamente específicas en el camarote de D. Pedro de Mendoza. La mujer era de modesta condición social, con menos status que la esposa legítima, pero asimismo, con menos años, menos kilos de peso y mucho más entusiasmo.
................En 1540, los amoríos clandestinos y su culminación, el adulterio, desembarcaron en la futura Buenos Aires, junto con la Cruz, la Espada, y Mendoza. Como todos saben, Mendoza murió sifilítico, y desde ese entonces los amantes, las concubinas, los hijos naturales, reconocidos o no, y los extramatrimoniales, y los intrincados romances, se fueron sucediendo en las vidas de nuestros próceres, que alternaron las gestas de la Patria, con las pasiones y debilidades comunes a todos los seres humanos, aunque no aparezcan en los «Manuales» de Historia.
................La Historia Argentina ha sido narrada con un criterio muy aldeano, muy de Pago Chico ha dicho María Sáenz Quesada. El bronce en que se han convertido nuestros héroes es un bronce que está vacío y hueco de contenido humano, con el propósito de distanciar a los protagonistas de nuestra Historia de la gente común, según preceptos dictados, hace tiempo y acá cerca, por los hacedores de nuestra historiografía oficial. Y así los han convertido en seres inasibles, inalcanzables e incomprensibles.
................En los países donde la gente es dueña de su propia cultura –de su propio destino, diríamos–, la vida privada de los próceres forma parte del patrimonio histórico colectivo, dice otra vez María Sáenz Quesada.
Durante los tres largos siglos de la Colonia –nos recuerda don Hugo Fernández de Burzaco y Barrios–, las casas de Buenos Aires tenían tres patios: el primero, era destinado a las visitas; el segundo, estaba reservado para la intimidad de la familia dueña de casa; y el tercero, se asignaba para la servidumbre. Y aquel famoso tercer patio, precisamente, situado a 80 ó 100 metros del frente de la casa, era el lugar secreto donde las «niñas» de la casa recibían las visitas de sus amores furtivos, de modo tal que, cuando los historiadores proceristas nos hablan de la célebre frase que hace mención a la larga siesta colonial, como si las colonias españolas en América hubieran vivido en el atraso más absoluto, faltan a la verdad, o bien demuestran un profundo bache en sus conocimientos, porque durante la Colonia, Buenos Aires, para los estudiosos, ha demostrado haber poseído una vida social sumamente activa, y las relaciones amorosas fueron tan frecuentes como en cualquier otro época histórica, incluso la actual.

C – D. José de San Martín
................… a San Martín no le convenía la permanencia de su mujer a su lado porque, aparte de otras victorias militares, pensaba alcanzar otras conquistas pasionales. Alonso Piñeiro cuenta que los periódicos realistas publicaban peyorativamente anécdotas referidas a la vida íntima de San Martín, y se sabe que San Martín vivió una vida muy intensa con sus aventuras mujeriegas, sobre todo en el Perú y en el Ecuador, como antes en España.
................Mientras Remedios, enferma, languidecía en Buenos Aires, y hacía más de dos años que no veía a su esposo, San Martín, el «Protector» del Perú, vivía en concubinato con Rosita Campusano, a quien el pueblo llamaba «La Protectora», a quien el Capitán de los Andes hizo madre de un hijo varón.
................San Martín se convirtió así en el fundador de líneas adulterinas, líneas adulterinas reconocidas y no reconocidas, líneas naturales o legítimas y, asimismo, hasta líneas africanas, que prolongaron su genealogía.
................El gran escritor Ricardo Palma, en sus «Tradiciones Peruanas», afirma que conoció y fue amigo en sus años juveniles, del hijo de San Martín, y conoció a su madre, y de la lectura de esas páginas evocativas, fácilmente se puede deducir que el hijo de San Martín sufría un grave complejo de inferioridad y que necesitaba asistencia psicológica.
................En 1836, Rosa Campusano, la ex concubina de San Martín, pidió en Lima una pensión vitalicia, porque vivía en la pobreza, pero le fue denegada. En 1843, hizo su testamento para aclarar que, cansada de esperar, se había casado con Ernesto Gaber, pero había sido abandonada por éste, que había huido a Europa, dejando asimismo constancia que era madre de un hijo, Alejandro San Martín, hijo del Protector del Perú. Finalmente, la concubina de San Martín. Rosita Campusano, «La Protectora», falleció en 1860.
................…con Fermina González Lobatón, oriunda de San Nicolás de Supe, en el Perú, San Martín fue padre de otro hijo varón, nacido el 20 de diciembre de 1821, el que fue bautizado en la parroquia de Barrancas, como Domingo Laos González, que San Martín no quiso reconocer…

F – D. Juan Galo de Lavalle duerme con su enemiga
................Rosas era el jefe del Partido Federal, pero Lavalle era el jefe del Partido Unitario. Lavalle había llegado a la provincia de Salta para ordenar la detención de José María Boedo y de uno de sus tíos, acusados ambos de espionaje al servicio de Rosas. Posteriormente fueron condenados a muerte por Lavalle. Ese es el instante - dice el historiador Bajarlía - en que aparece Damasita Boedo, quien, joven y bellísima, se presenta ante Lavalle para pedir clemencia para su hermano y su tío. Lavalle se encegueció con la fascinante Damasita, de tan sólo 23 años de edad, pero no cedió a sus ruegos, y no detuvo el fusilamiento. Y desde entonces, la joven Damasita Boedo tramó impostergable venganza.
............. ...Damasita sabía que Lavalle –barba rubia y ojos azules–, tenía fama de ser tan terco como una mula, pero tan valiente como mujeriego y conquistador de corazones femenino, y entonces decidió seguir visitándolo… Finalmente fingiendo estar enamorada le propuso seguirlo a todas partes a todas partes, y durante meses y meses compartió con él noches y días. Hasta que llegó un día... Era la madrugada del 8 de octubre de 1841, cuando Lavalle, con Damasita, y con una tropa diezmada (con sólo unos 200 hombres, los sobrevivientes de Famaillá), decide pernoctar en Jujuy. El pueblo estaba desierto. Hasta el Gobernador interino, Aberastain, había huido a Bolivia.
................Lavalle buscó alojamiento, con su ayudante Lacasa, su secretario Félix Frías, y 8 soldados de su escolta, y se instaló en la casa de Zenavilla, que había ocupado el día anterior el Gobernador Elías Bedoya... A la madrugada siguiente (algunos opinan que fue a eso de las seis de la mañana), apareció una partida de feroces tiradores y lanceros federales al galope tendido, e inundaron las calles desiertas, tirando tiros a diestra y siniestra... Buscaban al Gobernador Elías Bedoya, y aparecieron, precisamente, frente a esa casa de Zenavilla...
................Lacasa corrió a avisarle a Lavalle, que se encontraba en pleno combate amoroso con Damasita entre las sábanas del tálamo del amor... Mientras tanto, los escasos soldados de su escolta se dispusieron para resistir... Al cabo de un tiroteo, sonaron unos disparos, y Lavalle cayó al suelo, bañado en sangre...
................El soldado a quien se atribuyó el hecho, José Bracho, fue ascendido a Teniente de Caballería de Línea, con goce de $ 300 pesos mensuales de sueldo, más tres leguas cuadradas de campo, 600 cabezas de.ganado vacuno, y 1.000 lanares.
................[…] Sin embargo, extraoficialmente, la verdad (a la que sí hay que creer), es muy otra. Se sabe que Damasita Boedo (que estaba, seguramente, en connivencia con los lanceros rosistas), no fue ajena a la escaramuza federal, y que fue así la forma en que pudo consumar su trabajosa y juramentada venganza (el fusilamiento de su hermano y de su tío)…extrajo un arma de fuego que estaba debajo de una almohada, y dejó muerto entre las sábanas, de un pistoletazo, a Lavalle, a quien nadie, en cien combates, había podido abatir.

G – D. Domingo Faustino Sarmiento
................A la par de su carrera como maestro, político y escritor (fundador de la moderna sociología y de la filosofía de la Historia en la Argentina, Sarmiento, a pesar de su rostro poco agraciado, recorrió asimismo un intenso raid amatorio, poco divulgado. Su esposa, Benita Martínez Peñaloza, era madre de Dominguito, pero al matrimonio no lo separó la muerte.
................Alrededor de 1862, la mujer de Sarmiento descubrió que su marido tenía una relación amorosa con Aurelia Vélez Sarsfield, la hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, el autor de nuestro Código Civil.
................Al parecer, Sarmiento no sólo manejaba bien la pluma y a palabra. Alonso Piñeiro afirma que Sarmiento fue dueño de numerosas amantes en los Estados Unidos de América, a las que gustaba agasajarlas con regalos, especialmente linguerie, ropa blanca interior, importada de París.

H – D. Justo José de Urquiza
................Pero el más grande protagonista de la «Historia de las Sábanas»es el Libertador Don Justo José de Urquiza. Fogoso pero refractario al matrimonio, Urquiza reconoció a 23 hijos, legitimados en una sesión secreta de la Cámara de Diputados en 1855, pero según estimaciones coincidentes, fue padre de alrededor de 150 hijos. La cantidad suena exagerada, pero de acuerdo con estudios estadísticos recientes, un tercio de la población entrerriana de aquella época habría estado compuesta por sus hijos naturales.
................Urquiza tuvo ocho concubinas, sin contar relaciones esporádicas y ciertamente frecuentes.
................Cuenta un historiador que al llegar Urquiza a la Provincia de Buenos Aires para firmar el famoso Tratado de San Nicolás, e inaugurar sus sesiones, en mayo de 1852, al apearse de un caballo, se le acercó una comitiva de gobernadores, y detrás de ellos, una chinita, que extendiéndole sus brazos, le alcanzó un mate cebado, en señal de bienvenida, y Urquiza, haciendo caso omiso de los representantes de las Provincias, apenas la vio a la citada chinita (mestiza dedicada al servicio doméstico), ya le echó inmediatamente el ojo... El legado del ilustre apellido del… vencedor en Caseros, significaba a veces ingresar en el reparto de la herencia, y hablar de descendencia legítima o ilegítima era tomar parte en un pleito sucesorio.
[…]

1888 - Perfil de un sanjuanino // Mery Rodríguez

Una sola luz en el desierto, puebla el mundo
Rubén Seifert


..................Vio la luz un, lejano 15 de Febrero de 1.811 en San Juan de la Frontera.
..................Hijo de doña Paula Zoila Albarracín y de don José Clemente Sarmiento.
..................Su hogar era humilde, pero poseía: una elevada dignidad moral. El cuyano famoso por asistir a clases, aunque lloviera a cántaros. Amante de los pepinos, sabedor de latín, tendero, ávido lector, militar, maestro, político, escritor, periodista, parlamentario, intelectual y estadista. Hombre de apariencia severa, polémico y portador de una tormentosa existencia. Apasionado, tremendamente contradictorio, ferviente·luchador por las comunicaciones telegráficas, trabajador afanoso por las cuestiones pedagógicas, conductor de la república. Llegó a la máxima magistratura sucediendo a otro ilustre cultor de las letras, el gran Bartolomé Mitre. Constante paladín en el ámbito educativo y triunfador asimismo en la arena política. Obsesionado por la fealdad, la vejez y también las mujeres.
..................Desterrado, perseguido, incomprendido, denostado. A veces endiosado, otras odiado febrilmente, dando la impresión de que se estuviera hablando de dos seres diametralmente opuestos. Precursor en lo referente a·sus expresiones acerca de la aldea global, expresión utilizada a posteriori por Mcluhan. Mantuvo correspondencia con Félix Frías.
..................Imbuido de ternura al evocar a su madre, Doña Paula Albarracín y la característica humildad de sus orígenes.
..................Autor de muchos libros en los que refleja con sagacidad la historia del país y sus inquietudes fundamentales. Eterno luchador, idealista, con debilidades, grandezas, enconos y amores, furioso o evocativo, siempre genial y enfrascado en su férreo empeño de aniquilar la barbarie. Sus sueños de alfabetización se cumplieron sólo en parte. El país que anheló poblar con una constante corriente inmigratoria, continúa desierto en su mayor parte.
..................Nombre ilustre, sensible, cronista, de exquisita prosa, autor del Facundo, Recuerdos de Provincia, Viajes, Introducción a las memorias militares y foja de servicios de Domingo F. Sarmiento, Mi defensa, Memoria sobre Ortografía americana, La conciencia de un niño, Método de lectura gradual, Argirópolis, Educación común, Vida de Abraham Lincoln y Escuelas, Base de la prosperidad en los Estados Unidos, Diario de viaje (ilustrado por él), Conflicto y armonía de las razas en América, Vida de Dominguito, Viajes por Europa, África y América.
..................Además, a mediados del siglo pasado e inspirado por el canónigo alemán P. Schmidt, que leyó en francés, compuso luego una obra ortodoxa que mereció el reconocimiento de autoridades eclesiásticas, su título: Vida de nuestro Señor Jesucristo. El mismo fue libro de texto en escuelas públicas. Como amigo de los niños, usó un lenguaje adecuado para la juventud y las mentes a quienes se dirigía, teniendo en cuenta que toda educación que se precie de tal, para rendir buenos frutos, debe basarse esencialmente en las luminosas enseñanzas del maestro por antonomasia, el Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo.
..................Borges señaló que si se hubiera canonizado al Facundo, como libro primordial, la historia sería mejor y distinta.
..................Capataz en una mina, decorador, actor, fundador de la Sociedad Literaria, bajo el seudónimo de García Román envía a Alberdi un poema cuyo título era "Canto a Zonda”.
..................Muere el 11 de septiembre de 1888 en Asunción del Paraguay. En su funeral, personalidades de relevancia toman la palabra, entre ellas, Carlos Pellegrini. La prensa argentina le rinde un solidario homenaje, aunque su archienemigo, el caudillo Ricardo López Jordán lo insulta hasta lo último, ante la vista del cortejo fúnebre.
..................Mucho podría decirse de este argentino, tanto de parte de sus defensores y partidarios como desde el ángulo de sus detractores, sin embargo él sintetizó su sentir en una elocuente frase…
..................Sólo quise dejar por herencia mejores condiciones intelectuales para millones de argentinos, tranquilizar al país, asegurar sus instituciones, cubrir sus territorios con vías férreas y sus ríos con embarcaciones, como para que todos participen del festín de la vida del que yo sólo goce a hurtadillas.

jueves, 8 de enero de 2009

1840 – De gavilanes y palomas // Nilda Bernárdez

Soy Juan Leiva, llegué ayer, a la caída del sol, acompañando el regreso de una galera desde “Los Cerrillos”. Don Juan Manuel había dispuesto el vehículo para llevar a un fraile hasta la Guardia del Monte. Como regresaba sin ocupante, la gente aprovechó para mandarle al patrón algunas facturas de campo. Lo mío es ocuparme de la mensajería entre la estancia y Buenos Aires, especialmente en lo referente a la administración del establecimiento, lo mismo que de otros establecimientos vecinos. Esta vez traje además, una cantidad de cartas personales; no todas son para el Restaurador; hay para familiares, comerciantes y para despachar a otros destinos. Algunas me las entregaron sigilosamente; bien sabía yo que podría tratarse de quejas, denuncias, chismes, que le llegan frecuentemente al Gobernador.
María Agustina me entregó un sobre, casi cuando estaba rumbeando para el camino. Lo hizo en silencio y desapareció enseguida entre los saludos de despedida. María Agustina es la mujer de Eusebio Garrido, un antiguo cuatrero al que don Juan Manuel, luego de hacerlo castigar, le dio tierras y algunos animales. Lo tenía casi como socio en uno de los campos linderos. Hasta fue padrino de la boda, cuando se casó con María, esa porteña “desterrada” por su familia a causa de su conducta indigna, según se contaba en cuchicheos de señoras.
Soy más bien lerdo para la lectura, pero luchando con las letras, descubrí que la carta estaba dirigida a Fernando Martín Villa, un joven ayudante de Rosas, mozo bien plantado, buen partido, diría más de una madre de hija casadera, haciendo oídos sordos a la fama de galanteador que pesaba sobre él.
Yo debo dejar el envío completo de correspondencia, en las propias manos del Gobernador, mi misión termina allí. El se encarga de repartirla. Más de una vez don Juan Manuel se disculpaba por entregar algún sobre abierto por error, según él. Muchos no creían su disculpa.
Apenas estaba aclarando una franja de cielo por sobre el río, cuando salté del catre. Me atrajo el rumor de voces en el patio; charlando en grupos había hombres de uniforme del ejército federal, algunos paisanos, algún que otro funcionario del Fuerte; todos esperando las órdenes de Su Excelencia.
Don Juan Manuel, sentado en el medio, mientras su fiel Biguá, le acercaba un mate de tanto en tanto, hablaba en voz baja con una persona que inclinada hacia él, le mostraba unos papeles. Un par de ayudantes se movían a su alrededor; uno era Villa.
No necesitó pedir silencio, cuando Rosas se puso de pie, el silencio se hizo en el acto. Tenía unas cuatro o cinco cartas en su mano izquierda. Separó una, mostrándola en alto. El sobre se veía abierto. Con voz clara e intencionada anunció:
—¡Para el gavilán del monte... de su paloma cautiva...!
Superado el primer momento de sorpresa, se fueron animando algunos murmullos, risas contenidas, exclamaciones maliciosas.
No pude menos que mirar a Fernando Villa. Estaba tieso, parado a espaldas de su jefe, sin darse por enterado del reclamo.
—¿No aparece el gavilán? –insistió.
Al no obtener respuesta, hizo una última exhibición del sobre, dibujando un semicírculo a la altura de sus ojos.
El resultado fue el mismo, nadie reclamó para sí, ni para un tercero, la misiva amorosa.
Entonces don Juan Manuel, con gesto aparatoso, la rompió en cuatro partes que arrojó al brasero donde calentaba el agua el cebador. Observó que los papeles terminaran de retorcerse ennegrecidos, echó una mirada celeste a la concurrencia por sobre el mate que sorbía con placer y... volvió a sentarse.
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1976 – Señas peligrosas // María Silvia Pérsico

EL 522 era unos de esos colectivos lecheros a los que había que tener mucha paciencia, especialmente a las siete de la mañana, con el viento y humedad de pleno invierno marplatense, en que hasta los sabañones se le congelaban.
Ese día, Laura había llegado a la terminal de ómnibus, un portón junto al de la Escuela 2, en una calle mejorada, paralela a la ruta a Balcarce, poblada de quintas de bolivianos y de casas construidas ladrillo sobre ladrillo.
Ya había pasado un año y medio desde que la habían trasladado de la 10. Hacía un solo turno, pues su bebé de pocos meses y la carrera humanística que intentaba estudiar no le dejaban más tiempo para el trabajo.
Se había granjeado la confianza de sus compañeros: El maestro de séptimo, un jardinero que, después de la escuela, se hacía sus changas en los jardines de los chalets de Parque Luro y Los Troncos. Serena enseñaba Lengua en sexto y séptimo y se había recibido hacía poco de Profesora en Letras; se interesaba mucho por literatura infantil. Hacía poco que se había reincorporado a la escuela, después de tener un bebé. Los de la parada de colectivos las confundían a menudo: jóvenes, humanistas, con bebés llegados al mundo hacía poco.
Durante la mañana, cuando llovía, no había recreo al aire libre (no saber cuándo se va a largar el chaparrón ni hasta cuándo se mantendrá la neblina que llenaba todos los espacios de la galería y que invadía las clases enfrentadas y unidas por los adoquines gastados del patio); así que el mate cocido se servía bajo los techos de los pasillos.
Susana, la vice, era de las maestras de antes; de caligrafía aplicada, respetuosa de las normas, de sonrisa amplia y dientes de aviso publicitario.

Laura se encargaba de Cruz Roja. Revisaba cabezas a los de quinto, casi todas las mañanas. Se había tomado el trabajo de armar una campaña contra los piojos. Su largo y fuerte pelo morocho se pescaba de vez en cuando unos cuantos bichos, pero sonreía suave con sus dientes perfectos para seguir con la nada agradable tarea.
Al primero que revisó fue a Matías, el canillita. Venía dormido, de trabajar dos horas, repartiendo diarios en la calle. Ahí nomás, le atrapó uno y, sin perder tiempo, improvisó la clase para todos: incrustó al bicho moribundo entre dos tiritas de “cintascoch”, que adhirió a un marco de diapositiva y la proyectó a sus alumnos. Tanta impresión causó, que al día siguiente, unos cuantos llegaron con olor a kerosén. Y la seño se apareció con el pelo a la “garzón”, por cierto un poco malhumorada.
También organizaba consultorios para los padres del barrio. Una vez llevó a médicos del Hospital Regional y se quedó boquiabierta cuando descubrió que los padres casi no frecuentaban al profesional y que ésa era la única oportunidad de hacerlo. Así que aprovechó y una tarde presentó, con los alumnos, una obrita de teatro que dejaba mensajes sanitarios: La bruja saludable, se llamaba.
Otra vez, los colectiveros del 522 habían ofrecido un micro para llevar a los chicos a conocer el Puerto. Aprendieron sobre las artes de pesca y el fileteado, después de recorrer un frigorífico y ver el trabajo que se hacía.
Otra vez fueron a Sierra de los Padres con el ómnibus cedido por la provincia. Muchos ni conocían más allá de la esquina de su casa. Y para que sus alumnos tuvieran experiencias lo más vivenciadas posibles, invitó un día a un pescador de altura, quien se mandó con una historia real de naufragio, que los chicos escucharon con atención y después hicieron todas las preguntas del caso.

—Su marido llegó a eso de las diez y media para buscar a Laura –contó Susana–. Yo estaba en la secretaría. No tenía buena cara. Le hice dos o tres preguntas sobre el accidente de sus suegros por Gualeguaychú. Eran de Corrientes, ¿sabés? Y menos mal que firmó el retiro pasadas las once menos cuarto, cuando se fueron.

Sólo voces, pasos... Y el sonido del mar, el oleaje de mis pechos cargados y mi bebé llorando...

Fue cuando estaban acomodando los libros de la biblioteca con los chicos en la clase de Serena. Matías, el canillita, se asomó primero, los ojos hacia el patio. "Seño, seño, venga". Todos se acercaron a los ventiletes entornados, justo cuando hombres verdes bajaban intempestivamente de un jeep y abrían el portón de la escuela.
El rumor corrió por la hilera de adoquines y se filtró por todos los oídos. La buscaban a Laura.
Algo resonó adentro. ¿Laura estás? ¡Lobo está! La mañana de niebla los vio retirarse sin la compañía que buscaban.

PIDO EL ESFUERZO SOLIDARIO A CAMBIO DE ORDEN Y JUSTICIA PARA SUPERAR LA CRISIS Y OFRECER TRABAJO Y HONESTIDAD EN EL GOBIERNO A CAMBIO DE PACIENTE COMPRENSIÓN EN EL PUEBLO PARA ENCARAR LA REORGANIZACIÓN NACIONAL A TRAVES DE OBJETIVOS PRECISOS.

“La noche. Mucho más allá de la medianoche. Y las voces. Quejidos. Sollozos. Ecos de espantos ahogados... Y las sombras. El eco de las sombras.”

Arrorró mi nene, Arrullo que te arrullo. Me desgarro a lo todo. Tengo la boca llena de tierra. Y siento que pienso. Porque no estoy acostada sólo por un rato. Estoy aquí, pensando boca arriba en aquel tiempo, para olvidar mi soledad.

“Sintió que la cabeza se le clavaba en el vientre. Trató de separar el vientre de su cabeza, de hacer a un lado aquel vientre que le apretaba los ojos y le cortaba la respiración; pero cada vez se retorcía más, como si se hundiera en la noche...”

LA INMORALIDAD Y LA CORRUPCIÓN DEBEN SER ADECUADAMENTE SANCIONADAS LA ESPECULACIÓN POLÍTICA ECONOMICA E IDEOLÓGICA DEBEN DEJAR DE SER MEDIOS UTILIZADOS POR GRUPOS DE AVENTUREROS PARA SUS FINES.

Serena estaba en su casa cuando se aparecieron. “Era de noche. Dormíamos. El bebé, en su cuna. Entraron de madrugada, nos llevaron y encerraron en un galpón, supongo”, contó. “Después no supe nada más de Juan hasta que nos metieron en la camioneta y aparecimos en un baldío por el puerto. Habrían pasado unas horas. Antes del mediodía estábamos en casa de mamá y yo dándole la mamadera a la beba”.
—¿Qué me van a hacer? –Preguntó ella.
—¡Solo contestá lo que se te pregunta! –vociferó uno.
—¿Dónde está mi marido? –reclamó ella.
—¡En la mierda! –contestó el otro.

“Tiempo después... Habrían pasado dos semanas ”, contó la vice, “ vino alguien a casa, de parte de Laura. Hablaba lo justo y no tenía intención de largar prenda. De cualquier manera, le pregunté si ella y su marido estaban bien. Me respondió con un sí seco. Yo no podía dejar de preguntarle por el bebé. “Con los abuelos, en La Paz”, me dijo. Y ahí mismo se fue, sin decir adiós señora ni nada por el estilo... Eso decían, que a ella la habían “chupado” cuando había ido a buscar su cheque a la Municipalidad y a él, que lo habían matado cerca de Bahía Blanca. Que tenían un arsenal en la casa, eso dijeron. No supimos más”. Después, nos enteramos de que al bebé lo habían dejado sano y salvo en la tintorería de unos amigos, cerca de su departamento.

Aquí abajo una siente alivio y aunque no haya aire se respira mejor. Hablo de ellos que deben estar con sus pecados a cuestas. Por eso mejor aquí donde no hay luz, pero se respira mejor y no los veo. Mi sombra debe andar rondándolos. Y no pueden cerrarme la boca porque sigo hablando para que me escuchen.

NO HA CAIDO SOLAMENTE UN GOBIERNO SINO QUE SE HA CERRADO UN CICLO HISTORICO PARA DAR PASO A OTRO NUEVO.

—¿Pero quién dio la orden, carajo? Son otros – vociferó un suboficial.
La colonia de lobos marinos descansaba al pie de la escollera sur. Olas considerables golpeaban contra el murallón, recordando la presencia de los bancos de arena del fondo. Adentro, algún velero que otro del Náutico, algún barco de pesca o los barcos escuela. Camuflados delante de los galpones negros, dos submarinos largos y angostos en desuso.
—¡Que los suelten! ¡Pedazo de boludo! –ordenó otro.
El marinero levantó la barrera y dio vía libre a la camioneta que llevaba a dos personas, no incluyendo al chofer.
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Costo. Calidad. Confianza.

Fundada en 1998, más de 100 libros editados, más 60.000 ejemplares impresos...
...Tantos números para describir a una editorial en la que lo que más importa son las palabras y las personas que están a ambos lados de las mismas... tras ellas: usted, autor y frente a ellas: usted, lector.