Ediciones AqL invita a integrar la séptima edición de Galería Poesías y Cuentos. Al igual que las anteriores la edición será por el sistema de cooperativa. El equipo editorial de ALGOqueLEER seleccionará el material recibido.

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jueves, 19 de marzo de 2009

1942 - En medio de la nada // Mario Doral

Imaginémonos por un instante encontrarnos en este momento en medio del océano Atlántico, a mitad de camino entre Buenos Aires y Ciudad del Cabo (África). Solo; totalmente solo. Rodeado de agua salada por los cuatro costados. Arriba, el cielo azul y el abismo oceánico, abajo.
En un inestable velero, sin motor, sin radio, sin teléfonos sin televisión, sin ayuda satelital sin ningún tipo de asistencia de las que hoy afortunadamente disponemos y empujados hacia nuestra prefijada meta por un fuerte viento que maltrata a nuestras cuatro flameantes velas.
En tren de imaginar, hagámoslo pensando que estamos en plena Segunda Guerra Mundial, con mares infectados de tiburones de acero, dispuestos a hundir cualquier cosa flotante que se cruzara en su camino.
Encerrado en un cubículo de tan sólo tres metros cuadrados que nos sirviera de dormitorio, cocina, baño, depósito de agua y alimentos.
Todo eso montado en un navío de tan sólo nueve metros y medio de largo, por tres de ancho.
Sigamos imaginando; hace más o menos veintitrés días hemos partido del puerto de Montevideo con la (descabellada, para muchos) intención de dar la vuelta al mundo, proa siempre hacia donde amanece; rodeando el polo y manteniéndonos dentro del paralelo cuarenta y sin la posibilidad de encontrar tierra en nuestro camino, llamada por los entendidos; “La ruta imposible”.
Todo lo que el ser humano piense; se puede realizar siempre y cuando la voluntad sea férrea, la fe inquebrantable y el tesón retemplado.
Con esos componentes a los cincuenta y cinco días de partir del Uruguay echaremos ancla en “Ciudad del Cabo”.

Después de un descanso muy merecido de alrededor de veinte días y reabastecernos convenientemente, levantar anclas nuevamente y enfilar hacia “Nueva Zelandia”; preparándonos a conciencia para lo más riesgoso de esta incomparable travesía.
Nuestra próxima meta debería ser “Wellington”, Nueva Zelandia, pero antes agazapado en algún lugar del inmenso Océano Índico nos estarán esperando los aterradores “Cuarenta Bramadores” al acecho en cualquier lugar y en cualquier momento. Vientos huracanados de alrededor de 150 Km. por hora, y enormes olas de más de 15 metros de altura hambrientas de audaces navegantes, en la inmensidad del océano…
Sin descartar infinidad de contingencias, nada gratas, como estar acosado por una inoportuna y elevada fiebre que minaría nuestras fuerzas, uno de nuestros brazos totalmente inutilizado por una horrenda infección y además la poca reserva de agua potable que nos quedaba.
Pese a todo eso y mucho más llegaríamos a destino después de tan penosa travesía y en absoluta soledad.

Otro ansiado descanso para reponer fuerzas, buen aprovisionamiento y allí vamos querida “Sud América”. Valparaíso nos espera, y el “Océano Pacifico” nos acunará dándonos un poco de sosiego a tantas vicisitudes. Llegamos al acogedor puerto chileno después de estar embarcados más de un año siendo nuestra inseparable compañía solamente el obediente y dócil timón.
Partimos nuevamente, y otro nuevo peligro nos acecha y nos espera con ansias de venganza por nuestra osadía; el “Cabo de Hornos”, terror de los marinos avezados.
Sus aguas nos zarandean a su antojo, pero nuestro valiente velero saca proa al peligro lo enfrenta sin temor y al final sale airoso.
“Mar del Plata” nos recibe apoteósicamente y al poco tiempo “Buenos Aires” y su gente que nos colman de elogios por nuestra inigualable hazaña…

Pero despertemos de una vez, no nos llevamos la gloria que no nos pertenece, esta inconmensurable hazaña solo le pertenece a uno de los argentinos injustamente olvidados que nos llenó de gloria en su momento, como lo fuera Fangio en otra época.
El, y sólo él con su fiel velero “Lehg II” que hoy descansa en el “Museo Naval de la Nación”.
Fue, es y será por siempre el indiscutido dueño de esta notable e irrepetible aventura.

VITO DUMAS… Este es un humilde homenaje de un simple ciudadano que valoriza tu valentía, tu entereza y que cree interpretar a muchísimos de los que valoramos tus hazañas.

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